Entendemos por madurar algo que no lo es. Hacerse adulto no debería significar convertirse en un pálido reflejo de lo que en algún tiempo pasado pudimos llamar nuestra personalidad, sino convertirse en una forma más evolucionada, con las aristas bien pulidas, de aquello que siempre hemos sido de base. El problema es que, cuando se habla en sociedad de ello, madurar significa hacer lo que nuestros mayores creen más óptimo. Todo artista debe evolucionar, pero madurar nunca debería significar volver a la lógica del pasado; cuando la vieja guardia de la crítica dice que «has madurado» es porque te has convertido en un ser tan decrépito como lo son ahora ellos.
Marilyn Manson – Mechanical Animals (1998)
Existen trabajos, por definición, inabarcables en sí mismos. Cualquier intento de partir de un hilo para llegar hasta un punto específico nos hace saltar entre decenas de hilos, puntadas y retales que nos conducen hacia una totalidad mucho más compleja, rica y profunda de lo que jamás pudimos haber soñado; existen obras que, partiendo de los límites de un concepto, consiguen configurar su propio horizonte de acontecimientos. De esas obras es de las que debemos hablar, porque son las obras que trascienden su propia limitación temporal. Toda obra de arte real es aquella que habla a la comunidad del futuro no porque no dialogue con el presente, sino porque siempre quedan nuevos ecos por descifrar en ella.
Skold vs. KMFDM – Skold vs. KMFDM (2009)
El running gag involuntario más habitual en el campo del arte es el cambiar para seguir igual, la capacidad asombrosa de los artistas por cambiar radicalmente la dirección de lo que hacen -decepción mediante, del público, de los otros- para seguir estancados en exactamente las mismas ideas con un ligero maquillaje de sus representaciones. No es suficiente -no lo es, al menos, en la mayoría de ocasiones. Por cada Boris que existe en el mundo, un grupo capaz de mudar de piel constantemente en cada disco pero manteniendo siempre impertérrita su personalidad creando una experimentación de calidad, hay una docena de The Thing Things que se dirigen hacia la deriva atraídas (o repelidas) por las modas del momento a las cuales deben ajustarse para conquistar el Olimpo de la mediocridad del gusto general. Cambian para que todo cambie, pero (a la mayoría) sólo les sirve para rebozarse en mediocridad.