Björk – Post (1995)

por Álvaro Arbonés

Björk - Post (1995)Ningún artista edifica su obra bajo otros cimientos que no sean el constante referenciar sus propias obsesiones internas. Incluso los cambios más bruscos e inconcebibles, cuando hablamos de artistas y no de mercaderes del talento, tienden a la coherencia porque ya estaban contenidos, en grado menor, en alguno de sus trabajos anteriores; nadie crea intereses nuevos de la nada, sino que los hace evolucionar a partir de los ya creados con anterioridad. Nadie es isla y tesoro de sí mismo. Toda pretensión de pretender ver saltos al vacío, cambios desde la nada o revoluciones totales sólo pueden explicarse desde la perspectiva de no saber leer el contenido auténtico detrás de las personas. Nadie cambia, sólo evoluciona.

Después de Debut el camino de Björk hacia el triunfo resultaba evidente: sólo necesitaba revalidar su trabajo con un segundo más de lo mismo, arriesgarlo todo en su voz y sus letras románticas, para conseguir imponerse como la musa pop de los 90’s. No eligió el camino fácil. Post empieza con Army of Me, el equivalente musical a ir a tu segunda cita con una persona subido en un tanque: dejas el listón tan alto que es difícil disociar el resto de la velada del marcar paquete con el que ha empezado. Al romper toda posible expectativa generada con un primer single violento, más experimental que cualquier tema de su primer trabajo, y con una temática aun cuando romántica bastante agria —And if you complain once more / You’ll meet an army of me; gritar a la persona amada que espabile, que ya no se va a estar ahí más para salvarla, no es lo que se dice un mensaje comercial—, nos demuestra la inteligencia de su maniobra artística: esperamos cualquier cosa a partir de ese comienzo, abriéndonos a toda posibilidad. A partir de ahí, estaremos siempre a prueba. Continuar con Hyperballad, donde plantea el suicidio en términos oníricos como metáfora del amor, para acabar con Headphones, coescrita y producida por Tricky, sirve para demostrar hasta que punto, al acercarse a Björk, hay que estar abierto a toda posibilidad.

Toda posibilidad concretada es fruto de una capacidad de síntesis abrumadora. Sin salirse jamás de una orientación pop dentro de la lógica electrónica, podemos verla decidiéndose por dejes próximos al eurobeat bajo en revoluciones (Hyperballad), el por entonces popular industrial (Enjoy, Army of Me) o las proximidades del trip-hop (Headphones), sin descuidar un sonido más próximo al de su primer trabajo (todo el resto del disco, prácticamente). Ahí radica su potencia. No podemos dividir Post en dos categorías, la parte experimental y la parte originaria, porque ambas son una y la misma; Björk consigue llevar hasta su terreno diferentes estilos, en ocasiones antagónicos entre sí, armonizándolos en una base común de tintes techno. Y lo consiguen definiendo una personalidad propia. Después de Post demostró ser capaz de virar hacia cualquier parte sin sonar nunca extrañada o enajenada —siempre y cuando obviemos sus declaraciones, en cualquier caso— en tanto siempre existe un referente anterior al cual nos remite. Con Post consiguió algo que la mayoría de artistas no logran: evolucionar sin cambiar, trabajarse a sí misma para dar una forma más refinada y pura de aquello que siempre ha sido.

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