Bell Witch – Mirror Reaper (2017)
No se nos ocurre mejor forma que combatir el sol y el sofocante calor que se niegan a abandonarnos en estas fechas de octubre que dejarnos llevar en una deriva de negrvra, desesperanza y melancolía. Desde luego que esa melancolía ha servido de ariete para multitud de manifestaciones musicales de diferentes palos y ramas, pero deberíamos preguntarnos ¿por qué quedarnos en esa melancolía pop naive e inane cuando podemos enterrarnos vivos en la pura desesperanza y en ese profundo vacío existencial que nos propone el funeral doom? Sentir una fría mirada clavándose en nuestra columna vertebral mientras nuestros cuerpos se vacían de toda vida es algo a lo que poca gente se atreve a enfrentarse. Y eso es precisamente el doom. El buen doom, se entiende. Quizás porque el doom ha sido siempre la oveja negra del metal extremo; un género que frente a la velocidad y la rabia que impera en sus camaradas metálicos, busca ser más lento, más pesado, más denso y emotivo. Bell Witch es hoy por hoy uno de los mayores exponentes, cuando no el mayor, de un movimiento, el funeral doom, que en esta época de vidas estresadas, presentes espídicos y rutinas devoradoras de almas es más necesario de lo que nos gustaría pensar.