Terror nacido en nuestros oídos. (Breve) lista para escuchar en Halloween (I)

por Álvaro Arbonés

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Halloween tiene algo especial, algo mágico, no tanto por lo que ha hecho la gente de ello —excusa para beber y disfrazarse, como si de hecho fuera necesaria razón alguna para hacer cualquiera de esas dos cosas—, como por lo que significa en un plano simbólico. Es una noche en que el límite entre mundos se hace endeble, toda comunicación está permitida; toda forma de celebrarlo es legítima, porque en todas se encuentra algún modo de crear un extrañamiento que nos acerca hacia la muerte: beber hasta reventar, ocultar tras la identidad de otro ente o disfrutar de un buen atracón de historias de terror, tienen el mismo efecto sobre nosotros y sobre el entorno: llevarnos más allá del yo, transportarnos hacia un estado más primitivo, más puro, de nosotros mismos.

Teniendo en consideración la condición catártica de Halloween, su capacidad para trascender la realidad cotidiana, es absurdo cerrarse ante cualquier posibilidad de lograr el estado alterado que propician unas fechas donde toda la sociedad busca una comunión más allá de los principios racionalistas que la mueven de normal. Y eso incluye la música. Si bien en Studio Suicide buscamos esa forma de comunidad todos los días, no sólo en Halloween, por las condiciones especiales de esta festividad se hace especialmente patente la necesidad de participar: es una ocasión donde la sensibilidad general coincide con la nuestra, haciendo más fácil comunicar nuestro mensaje. Acercarnos hacia los demás, hacia los otros, hacia vosotros. De ahí que consideremos que Halloween es la fiesta grande de esta santa casa, la posibilidad de encontrarnos más allá de los límites connaturales que nos hemos impuestos y que, aun encima, no siempre cumplimos.

Dada la situación, hemos elegido un acercamiento más violento que el de otros años. Prescindiendo ya completamente de cualquier lugar común o acercamiento natural, salvo que Bauhaus se hayan convertido ya en una parodia de sí mismos a base de desgastarlos en estas fechas, hemos decidido transitar los límites más abruptos de la música, o al menos aquellos que Spotify nos ha permitido. De ahí que saltemos del shoegaze al black metal o al techno y el witch house: de algún modo existe una armonía entre todos esos sonidos, entre todas esas formas del terror, que van sumándose en un extraño tour de force hacia ese estado ideal que llamamos terror. Terror no necesariamente como algo que nos hace tener miedo, sino algo que se nos cala hasta los huesos, nos hace plantearnos nuestras vidas y, en forma de una plena reacción física, no de todo racional, nos lleva a divagar más allá de lo que normalmente haríamos. Cosa que esperamos logren nuestros esfuerzos.

Sea como fuere, disfruten aquel día suyo que es el nuestro.

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