Epidemia de terror. O, ¿qué cojones escuchamos este Halloween? (I)

por Álvaro Arbonés

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Halloween es el día grande de Studio Suicide a la espera de que alguien reconozca el día de su fundación como fiesta de importancia nacional. Mientras eso ocurre, esperamos al día oficial del terror para vestir nuestras mejores galas de telarañas con imperdibles para recordarles por qué estamos aquí: abofetear con ímpetu la acomodaticia posición de la crítica musical dominante. Es por eso que no esperen encontrar lugares comunes, canciones llamadas Halloween o una lista de «Los mejores discos de terror de todos los tiempos», porque antes nos arrancábamos los cojones a mordiscos que ofrecerles la misma ignominia mental que los otros les ofrecen cada día como periodismo o, peor aún, crítica musical. Aquí somos auténticos, aquí venimos a dejarnos los puños.

Aunque pueda parecer lo contrario, elegir música para Halloween no es fácil. Caer en el lugar común, en la tonadilla de mierda o en el verbenerismo de pueblo más abyecto es lo que suelen hacer los selectores de contenidos, que no djs —por favor, aún hay clases—, más mediocres; nosotros, por nuestra parte, apostamos por el sano ejercicio del eclecticismo. Desde lo gótico hasta el dark chumba-chumba pasando por lo meramente oscuro o lo que lleva el horror o el death por delante del nombre hemos intentado crear un conjunto de contrastes, bailable y escuchable, clásico y contemporáneo, con el cual caer rendidos ante la evidencia de que lo nuestra es abrazar la oscuridad interior incluso cuando pretendemos celebrar las festividades exteriores. Incluso cuando este año, en contra de nuestra propia voluntad, hemos tenido que prescindir de discursos de José María Aznar para contrastar.

Sea como fuere, disfruten aquel día suyo que es el nuestro.

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