Richard Skelton – Marking Time (2008)

por Mario Cotos Franck

¿Qué siente uno al enviudar en juventud? No es una pregunta morbosa ni sensacionalista. Richard Skelton renació como músico al perder a su esposa, y «Marking Time» es, de entre todas sus obras, la que mejor define su litigio contra el vacío que queda tras la pérdida. No es un disco de threnodies al uso, ni se sostiene sobre un ánimo lamentoso. Propone, a base de delicadas reiteraciones instrumentales, una reconciliación con el espacio físico y, más allá, la creación de uno nuevo, que él mismo reconoce fuertemente inspirado por el paisaje de su Lancashire natal.

Resulta fácil desesperarse ante la falta de resoluciones y el errante minimalismo que vertebran el disco, un eterno circular de acordes sostenidos y obstinatos coloreados de forma homogénea, con la guitarra, el piano y el violín como únicas herramientas. No es hasta pasadas unas escuchas que uno penetra el significado último de la obra; entonces uno consigue ver más allá de sus movimientos pendulares, ensamblarlos y figurarlos. Como una brisa meciendo el vello de una colina, un arroyo lubricando un cauce huérfano o un débil rayo de sol dorando pacientemente los restos de una tarde. «Marking Time» no es el bodegón que aparenta, sino una transcripción de la dualidad insignificancia/esencialidad que a todo(s) define. Ahí es donde verdaderamente reside el aroma elegíaco de la obra, en el flujo libre de las notas como representación de lo fugaz y lo inevitable. Y como quien apila piedras indicando una sepultura en el bosque, Skelton ha construido su discografía post 2004 alrededor de la muerte de su esposa. Ese dato, que en otro contexto no trascendería su calidad anecdótica, es aquí capital. Es por ello que hablaba antes de reconciliación, dado el ánimo pacífico que desprenden los esfuerzos de Skelton por asentar la tragedia en su vida y, por extensión, su obra.

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