Burial – Unreleased (????)

por Álvaro Arbonés

Existe una clase singular de conformaciones de la realidad -o, cuanto menos, de esa forma de realidad que llamamos arte- que no se relacionan bien con sus iguales. Estas, que generalmente son concebidas para relacionarse de una forma armoniosa para conformar un conjunto mayor globalizador de un discurso (estético) común, no se relacionan de un modo que pueda considerarse adecuado con respecto de sus hermanastras; existen entidades que necesariamente nacen con una forma especial que las hace no poder ser arrojadas al mundo con aquellos a los cuales debieran ser semejantes. En ocasiones nacen antes de tiempo, taradas por un parto prematuro que no les permiten la vida entre sus semejantes sin constantes cuidados, pero en otras más virtuosas son tan especiales, únicas y esplendorosas que deben ser apartados del mundo para que no salgan heridas -ellas o las demás- del contacto con una diferencia inconcebible para ser mera repetición del código genético del que las perpetro. Pero hijas de sus padres son, y por ello no pueden matarlas o esconderlas eternamente, y sólo las sacan a ver el mundo cuando están seguros que brillarán fugaces en la oscuridad de la catarsis. Y Burial no es su excepción.

El oriundo imperturbable de South London, el hijo predilecto de los adoquines manchados de negro vómito, esconde conocidas al menos a ocho hijas de su simiente -pudieran ser más, pues todo artista tiene derecho a ocultar sus abortos y callar sus penas. De la mano las ha sacado, ocultas entre tinieblas, a veces dejado en custodia del protector Kode9, pero jamás se han alejado más allá de esos dos pasos de ese padre atento incapaz de verlas partir de su lado. Y es que de esas hijas, cinco nacieron taradas. En el caso de Gaslight surgió entre bajos dominantes y fuertes baterías metálicas, en su alma se pueden escuchar los suaves gritos de los fantasmas, pero no pasa de ser un esbozo de lo que pudo haber sido, la genialidad contenida de quien sólo funciona acompañada del contraste de sus hermanastras más guapas. Algo parecido le pasa a U Hurt Me (Version), gemela de U Hurt Me, que nació más breve y contenida, y por ello no terminaba de ser más que la hija bastarda de una noche tan loca como abreviada con un guapo llamado Aphex Twin. De Feral Witchchild nadie nada malo podía decir, pues era la más virtuosa entre las desconocidas y, por ello, la perfecta desconocida: no se puede apreciar su belleza sino es aislada de las demás, como agente único de una respuesta inalterada. Las aceleradas hermanas Stairwell y Speedball 2, demasiado adictas a la fiesta para las demás, funcionan mejor del brazo de su padrino Kode9.

Entre el trío de joyas, aquellas que ensombrecerían a sus hermanas, encontramos en las tres pequeños destellos de aquello que Burial nunca se atrevió a desentrañar más allá. En la deliciosa True Love VIP encontramos el je ne sais quoi propio de la viveza propia de la que consciente cae más cerca de un 2-step oscuro que de los delicados pasos del dub que, sin rubor, se muestra siempre orgullosa en su diferencia pequeña y exótica. La preciosa Untitled 2 se presentaba como su hermana con una sutil diferencia, pero ella sería en el ejercicio del lado más dub añadiendo en cada uno de sus pasos el estilo propio de quien se sabe orgullo de un padre contrariado; mil destellos extraños, un estilo conscientemente popular y el fervor de quien puede salir para seducir en la pista que se le plazca. Pero Lambeth era la más perfecta de ellas, hecha de porcelana y esculpida con detalle de ángel, se nos muestra indefinida, oscura y extraña, situada en la plena consciencia de su ser-dubstep de tal modo que le resulta imposible ignorar su estar envuelta entre gasas de un fino glitch que adornan una exquisitez ultra-terrena, validable nunca al lado de unas semejantes con las cuales jamás encajaría.

Aun cuando taradas fueran no olviden nunca que no debemos dejar de quererlas pues todas ellas son chiquillas virtuosas, pequeñas entidades que no encajaban en los espacios para los que en origen fueron designados y se les concedió por ello una existencia más subterránea, más especial: el de la comunidad eternamente cambiante. Menos expuestas a los daños del mundo, pero siempre constantes conformando realidades, produciendo que cada momento sea una fiesta nueva en el mundo. No hay nada en ellas que no sea una tara de gloria, algo tan imperfecto o repetitivo que ideales las haga, que sólo en el seno de su propio contexto -la sesión, la fiesta vivaz- se puede apreciar. Era un hombre que ocho hijas taradas tenía y las ocho enseñó, un hombre cuyo tiempo no conocíamos pero un día se mostró.

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